Oro Blanco – Ciudad Real, Grupo de Apoyo a la Lactancia Materna

Son muchos los ángulos desde los que la violencia marca la vida de las mujeres. La punta del iceberg son los asesinatos de las propias mujeres o de sus hijos e hijas para herir de por vida a la madre. Hay otras violencias cotidianas, violencias integradas socialmente, que en muchos casos no reconocemos como tales, como es el caso de la violencia obstétrica.

En 2014 la OMS comienza a hablar de la violencia sufrida por las mujeres en los paritorios de todo el mundo https://www.who.int/reproductivehealth/topics/maternal_perinatal/statement-childbirth/es/

“En todo el mundo, muchas mujeres sufren un trato irrespetuoso y ofensivo durante el parto en centros sanitarios, que no solo viola los derechos de las mujeres a una atención respetuosa, sino que también amenaza sus derechos a la vida, la salud, la integridad física y la no discriminación. Esta declaración reclama un accionar más enérgico, diálogo, investigación y apoyo en relación con este importante problema de salud pública y de derechos humanos.”

https://observatorioviolencia.pe/mv_violencia-obstetrica/

Y en 2019 se presenta, ante la asamblea de Naciones Unidas, por parte de la Relatora Especial sobre la Violencia contra la Mujer, sus causas y consecuencias, la jurista croata Dubravka Šimonović, un informe en el que se analiza la cuestión del maltrato y la violencia contra las mujeres en los servicios de salud reproductiva, con especial hincapié en la atención del parto y la violencia obstétrica. http://undocs.org/es/A/74/137 En él reconoce actuaciones habituales como violencia obstétrica, tales como la falta de autonomía y capacidad de toma de decisiones, incluida la posibilidad de elegir su posición de parto preferida, las altas tasas de episiotomía, las cesáreas innecesarias, la maniobra de Kristeller, la observación de estudiantes durante el parto o realización de pruebas por parte de estos sin consentimiento de la madre, el uso excesivo de la oxitócica sintética, la infantilización de la mujer, los “puntos para el marido” y un largo etcétera que, en muchos casos, nos resulta familiar de los relatos de amigas y conocidas.

El término “violencia obstétrica” como tal no está reconocido en nuestro ordenamiento jurídico, pero muchos son los países en los que se empieza a legislar una situación que sufrimos muchas mujeres, como es el caso de Argentina, que recoge en una de sus leyes el termino Violencia obstétrica como “aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales

Mucho nos quedaba por andar en los hospitales (públicos y privados) en lo relativo a los derechos de las mujeres en relación a la atención al embarazo y al parto, pero la pandemia ha hecho que se den pasos en la mala dirección (desaparición de las clases de preparación al parto y maternales, asistencia solas a ecografías, parir con mascarillas, separación innecesaria de madres y bebés, lo que no solo dificulta la pronta instauración de la lactancia materna, si no que retrasa el establecimiento temprano del vínculo mamá-bebé, reducción de la atención posparto…)

El consentimiento informado puede ser una herramienta que ayude a paliar estos atropellos que se realizan de manera sistemática y que nos afectan física y psicológicamente, en algunos casos durante años e incluso de por vida.

Tenemos derecho a presentar un plan de parto; de hecho el propio Ministerio de Sanidad en 2011  elaboró un modelo de Plan de Parto y Nacimiento, basado en la estrategia de atención al parto normal: https://www.mscbs.gob.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/pdf/equidad/planPartoNacimiento.pdf

Incluso en tiempo de pandemia se deben respetar nuestros derechos, reconocidos en la ley de autonomía del paciente. Aquí os dejamos un ejemplo de plan de parto adaptado a la situación actual de pandemia: https://www.elpartoesnuestro.es/sites/default/files/recursos/documents/anexo-al-plan-de-parto-covid19-ed.-1-4-4-2020-editable.pdf 

Denunciar estas situaciones de violencia machista institucionalizada en los servicios de salud y que la situación de la pandemia ha agravado, es necesario para construir una sociedad sin violencia hacia las mujeres y sus criaturas.

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