La doctora en Prehistoria y miembro del proyecto Atapuerca Ana Mateos ha ofrecido esta tarde una charla sobre la relación entre la lactancia materna y la evolución humana. Ha hablado de la «receta primate», lo que significa ser primate, y que está relacionado con factores como la duración de la lactancia, el tiempo en estrecho contacto físico y el tiempo de respuesta al llanto. Según ha informado, el ser humano es «muy costoso» en términos biológicos. «El cerebro ha marcado muchísimo nuestra biología y existe una relación muy importante entre nuestro peso y el peso de nuestro cerebro», ha señalado.
«Nacemos tan inmaduros que necesitamos una estrategia de lactancia acorde a esa inmadurez en el momento de nacer», ha señalado. Al ser una especie tan encefalizada, ¿necesitamos una leche especial? «Esta era una hipótesis que ya sabemos que no es cierta», ha afirmado.
Mateos argumentó que la duración de los embarazos y las lactancias están fuertemente condicionados por el tamaño de la especie, tanto al nacer como después. En cuanto al embarazo, «no nos hemos salido mucho de lo que nos corresponde», pero en lactancia «es muy variable».
«Madre y cría es el tándem perfecto de diseño», ha afirmado contundentemente. Como «diseño evolutivo perfecto» ha contado el ejemplo de algunas especies de osos que amamantan durante la hibernación, incluso cuando durante la primavera los oseznos se hayan alimentado de otra manera. En cuanto a la leche de distintas especies, ha mostrado tablas comparativas en el que la única diferencia es que la humana tiene algo más de grasa y menos proteínas, pero las diferencias no son tan significativas. En relación a los primates, su leche «no está suficientemente estudiada», pero son similares a nivel de macronutrientes.
Las características de la leche materna van en relación al desarrollo del cerebro más rápidamente que el del cuerpo. Para argumentarlo, ha mostrado datos en los que se demuestra cómo la leche materna está específicamente diseñada para el desarrollo cerebral humano. «Para combatir el estrés de pasar de un sistema alimenticio a otro, de la vía placentaria a la mamaria, el cuerpo del bebé tiene grasa acumulada», ha explicado. «Está de reserva de calor y alimento».
Ana Mateos también ha abordado el tiempo de destete, un fenómeno multifactorial porque «cada cría y cada madre es un tándem único». La aparición del primer molar, la tasa de crecimiento, el peso de la madre y del neonato o algunos parámetros reproductivos son algunas de las hipótesis que se han barajado para explicar el momento del destete, que en las diferentes especies humanas se sitúa en edades diferentes.
«En algo que nos hemos alejado del patrón primate es en tener otras estrategias de lactancia», ha afirmado, «como conservar nuestra leche para que nuestros bebés u otros se beneficien». «Este es un claro ejemplo de que la especie humana no está totalmente perdida», ha bromeado. Asimismo, «hemos sido capaces de amamantar a otros niños», algo que, según ha informado, «hace bastantes años era normal». «Si algo caracteriza a los humanos es la crianza cooperativa, muy ligada al amamantamiento», ha señalado. «Somos el único primate, de los más cercanos, que criamos en grupo a nuestros bebés». A diferencia del humano, «la mamá chimpancé no deja nunca a su cría en brazos de otras madres», pero «los humanos hemos sido capaces de ver que el bebé es del grupo, y esa es la razón del éxito de la especie y la grandeza del ser humano, tan plástico y adaptable».
Esto tiene como consecuencia un acortamiento del intervalo de hijos porque otras madres pueden cuidar de las crías, lo que constituye el «éxito reproductivo de la especie». «En lo que nos distinguimos no es en biología sino en lo que nos constituye como grupo, hemos sabido superar los imperativos de la biología y adaptarnos al entorno para conseguir el éxito de la especie».
Su reflexión final se ha centrado en las migraciones que la especie humana a lo largo de los siglos, y ha animado a no perder de vista que continúa ocurriendo en los campamentos de refugiados hoy en día.
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